Estamos evolucionando hacia aplicaciones en la nube. Todos utilizamos Gmail o Hotmail en lugar de Outlook, y ni hablar de Google Docs, que cada día gana un poco más de terreno sobre los editores instalados.
Si bien no ocupamos espacio en nuestros discos duros, si ocupamos espacio en la nube y para moverlo, necesitamos un buen ancho de banda, algo que no nos afecta de momento pues no subimos gran cantidad de Gb por nuestra parte, y de hecho los programas existentes, como los mencionados o el mismo Dropbox, no requieren mucho esfuerzo.
Pero si esto continúa, los límites de banda ancha que algunos operadores tienen en el extranjero estarían llegando a su fin, más con aplicaciones como OnLive (pretende que la nube sea nuestra consola de videojuegos), que si bien aún no es muy conocida por aquí, puede llegar a necesitar 20 Gb de tráfico por sólo seis horas de juego en el sistema.
Cifras como esta hacen pensar que los límites de descarga en los contratos tenderían a desaparecer, al mismo tiempo que aumentaría nuestra actividad en la nube.
De veras me asombra la facilidad e incluso la aparente tranquilidad con la que se dan noticias sobre la maldita nube. Hasta me da miedo. La industria está a toda costa intentando colarnos esa inmensa mierda y por lo visto no es que lo vaya conseguir, es que ya lo ha consegido viendo noticias relacionadas.
Por nada del mundo dejaría de utilizar Outlook. Mis proveedores sí están en la nube, y ello me permite consultar mis correos cuando lo deseo desde cualquier punto. Pero todo lo enviado y recibido, o los borradores, están bajo llave en mi propiedad. Para algo existen los protocolos POP y SMTP… Nube, sí, pero según para qué, cuándo, cómo, dónde y por qué. Estos mismos días se ha ido BlackBerry a hacer puñetas… y hoy es Sony la que tiene problemas.